Humberto Rubín y Fernando Lugo en la revolución de los barbudos
(LUIS AGÜERO WAGNER) Un guión clase "B" se viene escenificando en Paraguay, donde uno de los barbudos de la revolución del clérigo Fernando lugo, es el agente de la National Endowment for Democracy Humberto Rubín.
No se trata de Fidel Castro, Camilo Cienfuegos ni del Che Guevara, pero también es un conocido titán y batallador contra dictadores, aunque en su caso bien remunerado por la CIA, la National endowment for Democracy y por cuanto imperialista se le cruce en el camino.
Estamos hablando de Humberto Rubín, el "maestro del micrófono" del Paraguay, que en sus años mozos animaba los cumpleaños del dictador Alfredo Stroessner con una destreza digna del payaso Triki Traka.
Para tranquilizar al temible gladiador del micrófono, los astutos asesores del clérigo Fernando Lugo le aconsejaron nombrar ministra a su esposa, sobrina del ministro de Salud del dictador, Adán Godoy Giménez, la señora Gloria Godoy.
La misión de Rubín es fingir que le molesta la visita de Aleida Guevara o Leonardo Boff, de suerte a que con esto se entretengan los tontos izquierdistas mientras el ministro Dionisio Borda remata todas las empresas estatales al estilo menemista, cambiando la palabra "privatización" por "capitalización", "tercerización", etc, de tal suerte a que los empresarios que bancaron la camapaña del clérigo como Aldo Zucolillo o Martín Heisecke recuperen sus inversiones.
Aunque algunos desmemoriados lo suelen relacionar con su bien remunerada "lucha contra Stroessner" durante los últimos meses de la dictadura, durante casi treinta años previos fue un obsecuente adulón del tirano, y durante esos años como propagandista hizo mucho más a favor de la consolidación del dictador Stroessner que lo que pudo hacer con unos meses de moderadas críticas.
En las líneas de abajo se explica cómo se transmutó de publicista de Stroessner a su "feroz crítico".
HUMBERTO RUBÍN DESCUBRE LA DICTADURA Y UN NUEVO NEGOCIO
Poco más de treinta años después de iniciada la dictadura, Humberto Rubín descubre que el general Alfredo Stroessner no era un demócrata, sino un "deslustrado déspota". Inmediatamente cruza a la vereda de enfrente para convertirse sin más trámites en un ferviente demócrata y en un cliente privilegiado de la “National Endowment for Democracy”, una de las tantas organizaciones que le proveía de miles de dólares a cuenta de su nueva convicción. Remar hacia la otra orilla estaba dando excelentes resultados, y desde 1986 Rubín pudo comprobar que ser "demócrata" era tan rentable como lo fue en otro tiempo el negocio de la adulonería. Decidido a explotar este nuevo rubro comercial, hace un curso acelerado de "demócrata", practica día y noche, hace dieta, baja de peso, y en poco tiempo acumula todas las virtudes “facturables” en ventanillas de ultramar.
DÓLARES PARA RUBIN
A diferencia del propietario de "Radio Ñandutí", los campesinos siempre recibieron tortura y plomo por alzar su voz de valiente contra la dictadura y no hubo para ellos lluvia de dólares de la NATIONAL ENDOWMENT FOR DEMOCRACY (Freedom House), de donde en 23 meses "emigraron" meritorias sumas de dinero, alcanzando 342.000 dólares para Radio Ñandutí. Este fue sin duda el mejor negocio de Humberto Rubín, pues con este purificante oxígeno de dólares, era mucho más rentable tener la radio "Ñandutí" clausurada que abierta.
RUBÍN Y LAS VENTAJAS DE LA TRAGEDIA AJENA
El 28 de enero de 1968, dos semanas antes de las elecciones nacionales, fueron apresados Saturnina Almada y Alfonso Silva, quienes en orden de precedencia se convirtieron en los primeros presos políticos del "proceso democrático" que tanto elogio mereció por parte de Humberto Rubín (1969) y que la oposición rastrera se encargaría de legitimar en las farsas electorales del 11 de febrero de 1968. El dictador Stroessner no había hecho ninguna concesión en materia de derechos humanos. Y no sólo no hizo concesión, sino que a los centenares de presos políticos que llevaban ya años en las comisarías, se sumarían con el correr del tiempo otra cantidad tan grande de presos, a tal punto que en el mes de septiembre de 1976 se tuvo que habilitar como campo de concentración la antigua prisión de Emboscada.
OPOSICIÓN RENTADA PREFIERE RADIO ÑANDUTÍ
A principios del mes de febrero de 1977, dos dirigentes liberales eligieron la radio de Humberto Rubín para hablar sobre "la auténtica democracia que vive el pueblo paraguayo, gracias al constructivo gobierno del general Stroessner". Claro, después se supo el verdadero motivo de semejante elogio. El 18 de enero de 1977, llegaron apresuradamente al Departamento de Investigaciones los señores Fulvio Hugo Celauro y Serviliano Alonso Peralta, dirigentes del partido liberal (Archivo del terror, CDA, Libro P.34). Eran las 19:30 cuando el oficial de guardia, Dionisio Noldín Velázquez (uno de los torturadores que goza de impunidad) hizo pasar a los dos caballeros a la Oficina Pastor Coronel, Jefe de Investigaciones. Estos ilustres visitantes, hay que decirlo, ya no estaban dispuestos a alquilarse como en otros tiempos; estaban allí para venderse y para solicitar el laudo arbitral de Don Pastor Coronel para resolver las rencillas internas del Partido Liberal. El Jefe de Investigaciones resolvió las disputas entre liberales tal como se esperaba, es decir, a favor de Celauro y Alonso.
RUBÍN PREMIADO POR DOBLE PARTIDA
La complaciente historia que presenta a Rubín como un luchador insobornable contra la dictadura de Stroessner, es interesadamente falsa y cuya falsedad puede ser demostrada con hechos reales, actos y documentos. Por ello y en honor a la verdad histórica, hay que decir que este "verso" fue inventado, corregido y aumentado para que Humberto Rubín pudiera recibir el Premio "Pablo Iglesias" y el de "María Moors Cabot", y fundamentalmente para que pudiera recibir la plata dulce de la National Endowment for Democracy. Por último, Rubín fue sin duda alguna el opositor mejor rentado en los últimos años de la dictadura de Stroessner: a partir de octubre de 1986 a noviembre de 1989 recibiría un respetable promedio mensual de 14.200 dólares americanos.
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