jueves, 20 de enero de 2011

Abraham Lincoln, Fernando Lugo y el partido de la Prensa en Paraguay

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Hace unos días Eduardo Galeano se quejaba del desprestigio que los políticos causaban a la palabra, cuando llegados al poder hacen lo opuesto a lo que prometieron en su campaña. Lo mismo podría decirse de los periodistas y medios mercenarios que durante ese mismo lapso describen de manera inexacta a los candidatos, muchas veces incentivados por intereses inconfesables.

Dice la historia de la prensa norteamericana que aunque Abraham Lincoln mostró la mayor paciencia, no dudó en enfrentarse al más poderoso director de periódico publicado fuera de New York, Joseph Medill y su Tribune, de Chicago. Medill, que había trabajado intensamente por la designación presidencial de Lincoln en 1860, llevó también a cabo grandes esfuerzos por detener su marcha en 1864. En momentos sombríos de 1865, Medill planteó el problema de las levas para la guerra civil, encabezando una comisión con objeto de presentar una queja ante Lincoln por el anunciado reclutamiento en Chicago, que ya había mandado al frente a 22.000 hombres.

Lincoln escuchó impasible los argumentos de dicha comisión, y luego, según recordó el mismo Medill, replicó: “Caballeros, después de Boston, ha sido Chicago el principal instrumento en lo de precipitar la guerra en el país. Desearon ustedes la guerra hasta que la tuvimos. Quisieron la emancipación y yo se la he dado. Cuanto pidieron, lo recibieron. Ahora acuden aquí suplicando quedar eximidos de la demanda de hombres que he hecho para proseguir la guerra que ustedes desearon. Debieran avergonzarse de ustedes mismos”.

Dirigiéndose directamente a Medill, Lincoln vociferó: “Y usted, Medill, actúa como un cobarde. Usted y su Tribune han tenido más influencia que cualquier otro periódico del Noroeste en lo que toca a esta guerra. Puede usted influir sobre las grandes masas y, no obstante, viene a llorar por una exención en el momento en que la causa de usted peligra. Váyase a casa y mándeme a esos hombres”.

Tiempo después, Medill confesaría: “Nada pude replicar. Por primera vez me azotaron y no hallé respuesta. Nos incorporamos y salimos, y cuando se cerró la puerta, uno de mis colegas opinó que Lincoln tenía razón”. Finalmente, Lincoln obtuvo los hombres reclamados.
La anécdota es ilustrativa sobre la madera de la que estaba hecho el prócer norteamericano, y sobre la forma en que un presidente con carácter puede apelar a la misma conciencia de los propietarios de medios cuando se trata de limitar su poder.

La contrafigura de Abraham Lincoln
Una situación totalmente contraria hoy se da en Paraguay, bajo el “exitoso” gobierno arzobispal que encabeza el cura Fernando Lugo, quien hasta ahora no ha logrado poner límites a sus patrocinadores de la prensa, sobre todo el director-propietario del diario ABC color, Aldo Zucolillo.

Una anhelada compra de tierras, enmarcada en la reforma agraria, fue frustrada varias veces por Zucolillo con unas pocas tapas de su diario ABC color. El diario también se cobró como víctima al mismo favorito de Lugo, Camilo Soares, cuya destitución fraguó desde las páginas de su medio.

Y no contento con hacer que Lugo y su séquito se proclamen pública y periódicamente como fervientes antichavistas, ahora obliga al cura a convertir al Paraguay en refugio de enemigos de la izquierda latinoamericana.

El propio Senador Alfredo Jaeggli (PLRA) afirmó ante la prensa que “están dando” refugio al ex Gobernador de Tarija, Mario Cossío, junto con miembros del Partido Liberal y el director del Diario ABC Color, Aldo Zuccolillo.

El gobierno y la justicia acusan al ex Gobernador de Tarija, uno de los nueve departamentos de Bolivia, por delitos ejercidos en la función pública, como malversación de fondos, incumplimiento de deberes y tráfico de influencias. Tiene que responder por 49 millones de dólares que supuestamente fueron desviados, afirman autoridades del vecino país.

Aunque los defensores del personaje, entre ellos la prensa que catapultó a Lugo a la presidencia y que dirige Zucolillo, insistan en razones humanitarias para asilarlo en Paraguay, lo cierto es que se asemeja demasiado a una nueva maniobra vejatoria contra la vapuleada “izquierda” luguista.

Convertido en amparo y reparo de enemigos de la izquierda, desnudado como suplicante ante la embajada norteamericana por Wikileaks, afectado por la defección del avergonzado partido comunista, el gobierno del cura sigue así contrariando sistemáticamente los principios de su supuesta ideología.

Como dijera el mismo Abraham Lincoln: Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.

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