viernes, 29 de mayo de 2009

FERNANDO LUGO, LA IGLESIA EN EL BANQUILLO

La justicia paraguaya debería llamar a declarar a los obispos paraguayos como Mario Melanio Medina, por encubrir los abusos del pederasta confeso Fernando Lugo.

No sería la primera vez que la iglesia se sentaría en el banquillo, como nos recuerda esta nota de RUBEN AMON.

En abril del año 2002 El Vaticano fue denunciado y llamado a juicio en Florida y Oregón para responder a las acusaciones de conspiración y de encubrimiento. La defensa de varios ex seminaristas y estudiantes norteamericanos considera que la Santa Sede se ha interpuesto para proteger a los sacerdotes que ejercieron abusos sexuales y pedofilia.


Fue primera vez que el nombre del Vaticano aparece entremezclado en el escándalo de abusos a menores que sacudió a la Iglesia norteamericana.

Juan Pablo II no figuró en la lista de los sospechosos llamados a declarar, pero la defensa de los ex seminaristas aspiró a poner en evidencia a otros dignatarios de la Iglesia romana. «Todos los caminos llevan al Vaticano», señalaba el abogado Jeff Anderson en alusión a la presunta complicidad de la Santa Sede. «Es normal que sean convocados a juicio quienes representan a la jerarquía de la Iglesia católica. No hay otras razones políticas ni religiosas.Queremos simplemente justicia», añadía el abogado.

El hecho de que el Vaticano haya sido citado a juicio representa una novedad insólita, pero no es fácil que la defensa consiga finalmente el objetivo. Entre otros motivos porque la Santa Sede goza de inmunidad jurídica internacional.

El abogado Jeff Anderson acusa al Vaticano de haber trasladado a los sacerdotes acusados para sustraerlos de los procesos judiciales aprovechando el cambio de estado o de jurisdicción. «Es una forma de interponerse en la causa y de intentar evitar que el peso de la justicia caiga como merece sobre los responsables», señalaba Anderson en las puertas del tribunal de Sant Petersburg (Florida).

Traslado de sacerdotes

Las declaraciones vienen a cuento porque la diócesis de Boston, a través del cardenal Bernard Law, movió al padre John Geoghan de parroquia en parroquia y de estado en estado al conocerse que había abusado sexualmente de más de 130 menores, según las denuncias.

La misma estrategia sirvió para proteger al padre William Burke, acusado de pedofilia en el estado de Florida, pero trasladado al estado de Nueva Jersey cuando estaban a punto de arrestarlo.El abogado Jeff Anderson, por tanto, sostiene que la Iglesia y las instancias vaticanas intentaron eludir el asedio de los tribunales, «de modo que podrían haber incurrido en los delitos de conspiración y de encubrimiento», de acuerdo con las primeras denuncias.

La hipotética responsabilidad del Vaticano difícilmente va a cristalizar en un proceso o en una condena. Basta echar un vistazo al modo en que el cardenal Marcinkus, responsable de la red financiera de la Santa Sede en los años más turbios, eludió el banquillo gracias a la inmunidad jurídica y a los acuerdos de no ingerencia vigentes entre el Estado italiano y el Vaticano desde los tiempos de Mussolini.

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