jueves, 3 de mayo de 2007

WAGNER'S BLOG

El caso Filártiga y la prensa, 31 años después

por Luis Aguero Wagner

En la madrugada del 30 de marzo de 1976, hace unos 31 años, se consumaba lo que crónicas del diario ABC color (periódico que brindaba su respaldo incondicional a la dictadura de Stroessner) calificaría entonces como "un crimen pasional en Sajonia", haciéndose eco de la versión oficial de la Policía. Las lesiones de la víctima, Joelito Filàrtiga Speratti, delataban signos de torturas como quemaduras y electrocución, pero la prensa oficialista que dirigía el empresario del entorno estronista Aldo Zuccolillo, defendió a capa y espada los partes fraguados por los esbirros del temible jefe de la policìa polìtica- Pastor Coronel-, de la misma manera que en otros casos invariablemente brindaba su respaldo a la labor represiva de los mismos personajes. Era frecuente en ese tiempo que los perseguidos por la dictadura aparezcan fotografiados en primera plana de ABC color como "buscados", al más puro estilo de la cacería de criminales del lejano oeste.


El diario también reclamaba la "cooperación" de la ciudadanía, a la que hacía llamados a delatar a disidentes que no compartían su afinidad con el régimen. Esta afinidad era común entre policías de investigaciones y periodistas de la redacción de ABC color, al punto que algunos de sus escribientes más emblemáticos se destacaron en la labor represiva antes de abrazar el periodismo. Entre ellos, el impoluto moralista de la pluma Alcibíades González Delvalle, agente de las fuerzas represivas del régimen ascendido por "méritos" el 7 de Septiembre de 1962 por decreto número 24.581, firmado nada menos que por Alfredo Stroessner y Edgar L. Ynsfrán. Mal que pese esta verdad incontrastable a algunas compañeras de redacción, que gustan ejercer su defensa cuando su afición a pervertir menores lo permite, y que comparten con él la fantasía de presentarse como "luchadora contra la dictadura".
Papel que no corresponde a chicas decentes en cuyo hogar llovía generosa la fresca viruta proveniente de la administración de bienes inmuebles del general Clebsch, y de la prensa estronista montada por el Coronel Pablo Rojas con dinero de la Intendencia Militar (léase Última Hora) para servir a la propaganda de la dictadura. Ni falta hace recordar una vez más que otro de sus patrones, Humberto Rubìn, luchador por la libertad y "gran demócrata" del micrófono, oficiaba por aquellas fechas como animador de la fecha feliz de la segunda reconstrucción.
Pocas posibilidades existían hace 31 años, realmente, de que estos exponentes del seudoperiodismo chantajista y corrupto que hoy se dedican a blanquear y ocultar la corrupción de antros de podredumbre como la Justicia Electoral, presenten crónicas objetivas del asesinato político de Joelito Filártiga Speratti. Es más, siguen sosteniendo su "tesis" del crimen pasional en privado, guardando en público un prolongado silencio de más de tres décadas evitando una vergonzosa retractación, desconocedores de la nobleza y la ética periodística como son. Ni siquiera el hecho que el caso haya inspirado una producción cinematográfica con participación de afamadas estrellas de Hollywood , ha logrado que emita algún comentario cuando menos Armando Rubín.
El minucioso acto de carnicería que la policía política perpetró con la humanidad de Joelito, y los inequívocos signos de tortura que delataban las heridas cortantes, contusas, penetrantes, lancinantes, los 18 grupos de equimosis lineales distribuídas por toda su piel y las quemaduras por electrocución, no conmovieron a los hoy itaiputecidos cronistas de la patria periodística, entonces comprados por la dictadura como hoy lo están por el metal envilecedor de la tendotarquía popular y la patria publicista. Las conclusiones de los expertos dictaminando que las escoriaciones se debían a electricidad, las equimosis a golpes de cachiporras, que Joelito había sido esposado y le habían hundido una mano de una patada antes de ultimarlo, jamás aparecieron en las edulcoradas crónicas de ABC color ni fueron difundidas jamás por las emisoras de radio de los "paladines de la democracia".
Estaban éstos muy ocupados, ciertamente, entregando galardones como el "micrófono de oro" a próceres como Adán Godoy Jiménez por "ser el primer locutor en llegar a ministro" o al comandante de Transmisiones Francisco "manito" Duarte, por "haber facilitado la transmisión desde Venezuela y Colombia de las eliminatorias del mundial". También el doctor Raúl Alfonsín sería galardonado luego por el mismo premiador, pero con menos suerte que los anteriores premiados. El 21 de Julio de 1990 le fue otorgado el "Micrófono de Plata", seguramente porque para Humberto Rubín el ex presidente argentino no reunía los mismos méritos de sus ilustres predecesores.Agradezco desde ya la publicación de esta breve memoria, que probablemente ayude a comprender la catadura de algunos "periodistas" de la fauna vernácula, así como lo cerca que a veces podemos llegar a sentirnos de estar caminando al lado de la sombra de Joelito Filártiga.

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